Un día escribiré un libro, pero…

La cantante Dulce, aún entre las preferidas del público conocedor de la buena música.

Por Miguel Angel Arritola/Corresponsal México

México. – Me lo han propuesto infinidad de veces. Hasta me han puesto precio para hacerlo.
Incluso, una “diva” me llamó en la madrugada a casa para hacerme esa tentadora oferta.
Y hoy lo venía pensando y dije: ” Voy a escribir un libro, pero…”, seguro que ni a Netflix, ni a ninguna cadena televisora le interesará llevarlo a la pantalla chica, ni grande, ni mediana y como está carente de morbo, drogas, sexo y adicciones, seguro que nada más Martin lo va a comprar, bueno, y otro despistado.
Y es que el libro que quiero escribir es sobre todos y sobre nadie en particular, es decir, escribiré sobre la soledad del ser humano arropada en un carretón de elotes.
Escribiré sobre la alegría envuelta en sueños de tacón alto y perfumes muy “olorosos” que cada mañana arropan a esa mujer que está afuera de Sanborns, cantando temas de Dulce, de Lupe D´Alessio o Marisela.
Ahhh, y también escribiré sobre la gran admiración que siento por el arte, por ese arte que se puede apreciar en un canto, en una actuación, en una escultura, en la sonrisa de un niño, en el llanto del viento y en la hermosura de una luna cuando es desairada por la noche.
Mhhh…, también se me viene a la mente escribir sobre todos aquellos personajes que me han enseñado a escuchar y aprender de ellos.
En este rubro hay muchas anécdotas por contar. Como por ejemplo, el día que entrevisté a Elena Poniatowska en el lobby del hotel Ambassador a las 6 de la mañana, ella acomodando sus “calzones” que se le habían salido de una maleta y yo limpiándome las “lagañas” de lo aún dormido que iba para entrevistarla.
Ahhh…, y podría escribir mi pleito cara a cara con “La Doña” por su mal carácter y por mi arrogancia juvenil. Dos veces me gritó, dos veces le contesté y dos veces me vio con miradas de alquitrán y dos veces le vi como bien dije, con mi arrogancia juvenil. Ahorita si ella viviera y si se volvieran a repetir los hechos, ni loco que lo haría.
Mhhh…, ah también escribiría cuando la esposa del ex Presidente George Bush, Barbara Bush, me agarró de la mano y se la puso en su estómago para decirme que tenía hambre, todo esto en un DIF de Guadalupe, yo, como buen cristiano, corrí por una manzana y se la di despistadamente. Sus ojos pequeños me recordaban que aún había bondad en el ser humano.
Mhhh, ah sí, también le haría un “campito” a cuando Thalía me invitó a su casa a festejar su cumple y a manera de broma me dice llegando yo a la ‘party’: “Mira Arri…todo lo que se mueva” es tuyo”, refiriéndose ella a los invitados, entonces yo volteo a donde está un carro de colección y le digo con el tono más dulce que pude haber emitido: “y si se mueve ese carro, ¿también es mío?, ella se atacó de la risa, me abrazó y me dijo al oído: “ese no, ese no, adentro lo que quieras”.
Ahhh…, podría escribir sobre un trato que hicimos Dulce y yo para cuando ambos nos retiremos de esta profesión. “Mira miguelón, cuando me retire, tú vas a cuidar de mí, compraremos una casa en San Antonio y ahí pasaremos nuestros últimos años, o en algún lugar bonito de México, viviendo de nuestros recuerdos”, me dijo Dulce.
¿Qué más podría escribir? Ah, ya sé, dedicaría un espacio para contar mi encuentro con Enrique Iglesias una vez cuando en la soledad de su habitación de un conocido hotel de la localidad me dijo “contigo puedo hablar de todo, tú no me ves como artista, tú me ves como una persona, desde el día que me entrevistaste”.
Pero de quien jamás pondré una letra es de aquella cantante que un día me recordó el 10 de mayo y abusó de mi inocencia como reportero y me gritó horrible, a tal grado que una vez que salí de su camerino, tuve que regresar frente a ella y no sólo le recordé el 10 de mayo, sino también el 20, el 30 y el 40 de mayo y de pasoooo le recordé hasta el día de la coneja y el día de Doña Hermelinda Linda; acabó por lanzarme sus cosméticos y yo…yo era un mozalbete.
Mhhh…, hay tanto por escribir, pero, creo que aún faltan muchas páginas por llenar, y mientras eso llega, me pondré a escribirles a los de Netflix a ver si les interesaría mi libro al que sin duda alguna titularé: “Ni lo compre, aquí no hay morbo, ni sexo, ni drogas”, así es que será un libro creo sólo para mí, y quizás, para Martin Fuentes, pero a como lo conozco, ya lo escucho decir: “Con lo que compro tu libro, me compro dos bolsas de croquetas”, aunque cuando me descuide, no sólo comprará uno, comprará lo que sean necesarios para que sea todo un Best-Seller, sí señor.
Por lo pronto, les iré contando de todo este gran ámbito del espectáculo en las páginas de espectáculos de su periódico Puro Futbol en Chicagoland.