Por Oscar Zepeda
Como cosa adrede, inicia el regreso a la escuela y se incrementan las balaceras, tomando como ejemplo el caso en Six Flags el pasado domingo donde tres personas fueron heridas de bala a manos de un maleante sin cerebro que se le ocurrió ir a seguir a su enemigo a la puerta del centro de diversiones para cobrarse alguna deuda o vaya a usted a saber por qué motivo.
Lo cierto es que este tipo de personas no tienen ni la menor idea de lo que hacen, del daño que causan en la comunidad, y no se diga a las familias que apenas inician con gran emoción el regreso a clases de sus hijos.
Lo que causan es temor, que las autoridades tomen medidas de seguridad y que los padres duden para enviar a sus hijos a la escuela, que las señoras en casa se estresen, mientras ellos, estos malandracos, huyen como cobardes a esconderse porque no tienen el mismo valor que tienen al jalar el gatillo.
Y esto nos lleva al inicio de la creación de estos monstruos, por qué son así, dónde está el error, por qué desarrollan estas conductas criminales que los lleva a cometer homicidios, y lo hacen sin remordimientos, aunque no tengo conocimiento de cómo se comporten cuando son atrapados y puestos tras las rejas.
Imagino que les cambia el chip y vuelven a la realidad, a darse cuenta que no valió la pena haber hecho esos delitos y que en muchos casos, la única forma en que saldrán de prisión será con los pies por delante.
En fin, el punto es que algo estamos haciendo mal como padres cuando estos chavos empiezan la adolescencia, tal vez muchos lleven una vida miserable que lo que buscan es llegar a cierta edad para tomar venganza con el primero que se les pare enfrente.
Lo cierto es que tenemos un problema encima donde son muchos los factores por los cuales hay tanta violencia juvenil, pues ya hemos visto jovencitos de entre 14 y 19 años perder la vida o cometer homicidios a mano armada, y ambos, tanto el que dispara como el que recibe la bala, terminan con sus vidas.
¿Sabe de los 20 minutos de calidad? Es el tiempo que debemos darle a nuestros hijos en una plática sincera para darnos cuenta de los problemas por los que atraviesa o simplemente para felicitarlo por sus logros académicos.
Si logra tener esa charla por 20 minutos, ha logrado un avance que lo llevará a una mejor vida para su hijo y para su familia.
Hasta la próxima y que tengan un excelente fin de semana.