Por Samantha Zepeda
Chicago, IL.- Hartas de ser menospreciadas, de que nuestro trabajo diario no sea valorado. Hartas de tener que guardar la compostura a pesar de estar quebradas por dentro de pies a cabeza. Cansada de tener que dejarme a mí misma en último lugar porque por ser mujer estoy forzada a hacer todo por todos menos por mí.
Dejé de salir a divertirme, porque una mujer casada y con hijos no puede hacerlo, y tampoco ser aceptada socialmente porque me gano insultos, sobre todo de otras mujeres. Harta de que nos llamen “locas” por exigir respeto. Harta de ver en las noticias que otra más murió en manos de la persona que juró amarla y respetarla. Harta de asquearme cada vez que escucho que una niña fue violada y asesinada por su propio padre, su tío, su abuelo. Impotente al sentir aberración por el mundo en el que vivimos y que el presidente no mueva ni un ápice. Que los policías y las fuerzas de “seguridad” sean partidarios de darse un momento de placer ultrajando a una mujer indefensa para después dejarla sin vida en medio de la nada. Frustrada con cada historia de amigas, familiares y conocidas sobre cómo les han puesto las sucias manos encima en la calle, el metro, el camión, sin su permiso y por mera diversión.
Triste al pensar en todo lo que nuestras bisabuelas, abuelas y madres sufrieron por vivir en un México tan sexista y misógino. Pero agradecida porque las mujeres ya no nos vamos a callar. No nos vamos a dejar, aun así nos llamen locas, histéricas. Si quieren seguir insultándonos, adelante, pero ya no nos van a parar. El feminismo lucha NO por la supremacía de la mujer, todo lo opuesto; buscamos la igualdad de derechos, un trato digno para hombres y mujeres por igual. Se busca equidad. Tú, hombre, mujer, compañero, compañera, solidarízate y no juzgues a quien sí lucha por el futuro de tus hijos sin importar su sexo. Luchemos juntos por alcanzar el sueño utópico de vivir en paz en un mundo tan ruin. Nada es imposible si nos unimos por un mismo fin: terminar con la violencia entre SERES HUMANOS.