Comunicación

Tras una fuerte discusión, mi marido y yo dejamos de hablarnos durante varios días. Por fin, al tercero, me preguntó dónde estaba una de sus camisas.
—¡Vaya! —respondí—. Conque ahora sí me diriges la palabra.
Él se quedó mirándome con expresión confundida y dijo:
—¿De qué estás hablando?
—Qué, ¿no te has dado cuenta de que llevamos tres días sin hablarnos?
—No. Sólo pensaba que nos estábamos llevando bien.