Por Oscar Zepeda
Indudablemente, en los últimos días hemos visto un sin número de problemas con los estudiantes, les echamos la culpa de andar en pandillas, en drogas, provocando pleitos, siendo arrestados, y es el cuento de nunca acabar.
Obvio, gran parte de la culpa es nuestra, de los padres que no les damos una educación con disciplina, a la vieja escuela, que incluya chancla, reclamos y castigos en su momento para llevar a ese joven por el buen camino.
También, a últimas fechas, las broncas en las escuelas han llegado a los extremos, incluso, los mismos maestros, los educadores, los responsables de poner el ejemplo, se han liado a golpes, si, a golpes, del chongo, como viles mujeres de la vida galante que se pelean por su lenón, y para aquellos que desconocen el significado de la palabra lenón, es aquel que hombre dedicado al tráfico de la prostitución.
A ese grado han llegado algunos maestros de pelearse enfrente de los estudiantes, lo que habla de que las cosas no andan muy bien que digamos en muchas escuelas, y digo muchas porque el caso va más allá.
Hasta mis oídos han llegado diferentes casos que ocurren en las escuelas, en esos lugares donde, antes, considerábamos nuestra segunda casa, ese lugar donde el maestro era un segundo padre y tenía todo el derecho y autoridad de terminar de educarnos, sin importar de qué forma fuera.
Pero siempre respetando y siendo bondadosos con aquellos con alguna deficiencia o diferencia que los ponía en desventaja académica con otros niños, a quienes ayudaban para salir adelante.
Obvio, con aquellos que ocupaban una manita en disciplina, nuestros padres les daban luz verde para actuar y hacerse respetar, sin duda muchos estarán de acuerdo con el que escribe estas líneas y se acordarán de aquellos viejos y bellos tiempos.
Pero qué pasa cuando el maestro de ahora, y hablo de ese que hace mal uso de su autoridad, porque los hay, y tarde o temprano nos vamos a topar con ellos en alguna situación en la que nuestros hijos sean las víctimas y no tengan cómo defenderse, pues es la palabra del profe contra la del estudiante.
Es ahí donde aplican esos 20 minutos de diálogo sincero con nuestros hijos para saber qué pasa y cómo podemos actuar para ayudarlos a salir de ese problema que les causa estrés y afecta su rendimiento académico.
Muchos alumnos suelen no hacer nada y convertirse en un estudiante con un trauma que no puede superar, para luego, ser uno más en una pandilla que busca desquitarse con el primero que se atraviese a su paso.
Insisto, no es fácil saber cómo fue el día de escuela para nuestros peques, pero si logramos acercarnos a ellos, creo que podemos tener un mejor entorno familiar, principalmente para ellos, porque la escuela no es pan comido.
Y antes de terminar les doy dos recomendaciones en caso de que necesiten hablar con el maestro o maestra, siempre envíe un correo electrónico con copia al director de la escuela.
El correo electrónico es una formalidad que los distritos escolares deben atender, y segundo, evite resolver un conflicto con el maestro por teléfono, pida una entrevista con intérprete en español, si es necesario.
Hasta la próxima y que tengan un excelente fin de semana.