Of all the zip codes in Illinois, 60085, where Cristo Rey St. Martin is located in Waukegan, IL, ranks 6th in the state for the greatest number of Covid-19 cases. Given this reality, it may shock some that we just completed our fourth week of in-person academic programming where 126 students came to campus 1-2 days a week for instruction. Our student body, composed of students from the Waukegan and North Chicago area, is predominantly students of color (99%). The Covid-19 pandemic has hit our communities especially hard. According to the Lake County Health Department, “As of June 25, for every one white non-Hispanic person who has contracted COVID-19 in Lake County, four African American and nine Hispanic people have contracted the disease.” It should not be a surprise, then, that we had both students and family members contract Covid-19 with a number of our students’ family members experiencing the worst possible outcome – death. Given this reality, we were prepared to run our traditional summer programming – a foundational aspect of our academic success – virtually. But when ISBE released guidance on June 4, 2020 that in-person instruction could occur with groups of 10 or fewer, we surveyed our community on their comfort level regarding this possibility. Families were overwhelmingly in support of in-person classes. As a result, we decided to implement a hybrid schedule whereby students came onto campus 1-2 days a week with a teacher. This entailed a great deal of logistical effort to meet all CDC and ISBE guidelines for safety including removing 20+ desks from each of our 30-desk classrooms so that we could exceed social distance recommendations between each desk. When the reality of classes began on June 15, the actions of families supported the survey results. 123 out of 126 students scheduled for our summer program elected to come to in-person classes. Four weeks later, I want to share some of our lessons learned from this experience. Listen closely to your stakeholders. Ever since we moved to virtual learning on March 13, we regularly sought feedback from our community: students, staff, families, and business partners. For example, we surveyed the student body each week during E-Learning and continually modified our school’s approach based on this feedback. After four weeks of summer programming, we surveyed students and teachers on their experiences. We asked students whether they preferred a hybrid approach or an all-virtual approach. Students overwhelmingly (over 90%) prefer a hybrid model. One student stated in the survey response, “Being able to interact with the teacher and other students as well as getting face-to-face help and examples of work we were doing was of great value. It was good that we could ask questions in that exact moment.” Teachers echoed similar sentiments, “In person, if students were not completing their work, it was the best time to talk to them and realize what’s going on and why the work is hard [for them].” Another teacher noted, “I could put a name to the face and I feel it gave them a higher sense of ownership and investment in the class.” As a result of this feedback, we will continue to utilize this hybrid model this fall as long as it is safe. Students and staff rise to the occasion. Students and staff understood the importance of utilizing masks and social distancing. Maybe because our community has been so hard hit by the pandemic, everyone understood the need to protect one another through the wearing of masks. We did not have a single issue of non-compliance in this regard. Simplify. We came to an agreement that we would not be able to cover the same amount of content in a hybrid model compared to one in which students were in-person five days a week. We came together to identify the most essential content and skills we wanted to have students practice and master over these four weeks. For example, our literacy program this summer focused on crafting effective sentences with our incoming 9th graders. Be nimble and flexible. Our world is always in a state of flux but this is especially true now in regards to managing the realities of this pandemic. We need to realize that we will have to constantly adapt and change what we do this academic year. Contexts may shift at a moment’s notice. Although we initially planned for students to be in-person once a week, we quickly realized that some students would benefit from additional in-person support. As a result, we reconfigured our human resources to address this need. We also know we may have to return to an all-virtual approach if there is an outbreak in our community. We must continually message the need to be nimble and flexible to ensure we can offer the best educational experience possible to those in our community in the safest manner possible. Lecciones para Enseñar y Aprender con un Modelo Híbrido De todos los códigos postales en Illinois, 60085 ocupa el sexto lugar en el estado por el mayor número de casos de COVID-19, justo donde se encuentra ubicado Cristo Rey St. Martin. Con esta realidad algunos se sorprenderan que hayamos completado la 4a semana del programa académico presencial donde 126 alumnos se presentaron en nuestro campus de 1-2 días por semana para tomar sus clases. Nuestros alumnos provienen del area de Waukegan y North Chicago. La pandemia de COVID19 ha afectado grandemente a nuestras comunidades. De acuerdo al Departamento de Salud de Lake County “desde el comienzo de la pandemia al 25 junio, por cada persona blanca no-Hispana que contrajo COVID19 in Lake County, 4 Afroamericanos y 9 Hispanos contrajeron COVID19”. Por tanto, no debería sorprendernos que tuviéramos tanto estudiantes como miembros de sus familias con COVID19 experimentando el peor resultado: la muerte. Enfrentando esta realidad, estábamos preparados para llevar a cabo nuestro programa tradicional de verano virtualmente, siendo que este programa es parte fundamental de nuestro éxito académico. Pero cuando el 4 de junio ISBE dio a conocer los protocolos a seguir para clases en persona y que se podía realizar en grupos de máximo 10 personas, enviamos una encuesta a nuestra comunidad para evaluar su nivel de confort para enviar a sus hijos a tomar clases presenciales. El apoyo de las familias para clases presenciales fue rotundo. Como resultado de esto decidimos implementar un horario híbrido donde los alumnos asistieron a clases de 1-2 días por semana con un profesor. Esto implicó mucho trabajo logístico y un gran esfuerzo para cumplir con todos los requerimientos de la CDC y los lineamientos de ISBE por seguridad, incluyendo el que se debía remover alrededor de 20 pupitres de los 30 que se tienen en cada salón de clases, de esa forma se podía cumplir con el requerimiento de guardar la distancia entre cada pupitre. El 15 de junio las clases comenzaron con el apoyo de los resultados de la encuesta realizada. De los 126 alumnos programados para clases de verano, 123 optaron por asistir a clases en persona. Cuatro semanas después, quiero compartirles algunas de las lecciones aprendidas de esta experiencia: Escuchar de cerca a la parte interesada: Desde el 13 de marzo que comenzamos el modo virtual, regularmente buscamos retroalimentación de nuestra comunidad: alumnos, personal, familias y socios patrocinadores. Por ejemplo, encuestamos a los alumnos cada semana durante E-Learning y continuamente hacemos modificaciones basados en sus respuestas. Les preguntamos si prefieren clases híbridas o virtuales y la mayoria (90%) contestó que prefiere el modelo híbrido. Uno de los alumnos comentó: “Tiene gran valor el poder interactuar con los profesores y los alumnos, así como también el obtener ayuda de persona a persona y ejemplos de cómo estamos trabajando. Fue muy bueno que pudiéramos hacer preguntas en el momento exacto”. Los profesores expresaron su sentir de manera similar: “Si un alumno no está completando sus tareas, en persona es el mejor momento para darnos cuenta de lo que está pasando y saber porqué se le dificulta al alumno”. Otro profesor añadió: “En las clases presenciales pude asociar el nombre a un rostro y siento que nos permite darles a los alumnos un mayor sentido de responsabilidad y compromiso”. Como resultado de esta retroalimentación vamos a continuar con las clases híbridas en el otoño en la medida de lo posible para que sea seguro para todos. Los alumnos y el personal están a la altura de las circunstancias: Los alumnos y el personal comprendieron la importancia de utilizar cubrebocas y el guardar la distancia, quizá por la manera que ha sido golpeada la comunidad en esta pandemia. Todos entendieron la necesidad de protegernos unos a otros mediante el uso de cubrebocas. No tuvimos ningún incumplimiento al respecto. Simplificando: Llegamos al acuerdo de que con un programa hibrido no podríamos cubrir todo lo que abarcamos cuando tenemos clases presenciales 5 días a la semana. Nos reunimos para identificar los contenidos y habilidades esenciales que queríamos que los alumnos practicaran y dominaran en esas 4 semanas. Por ejemplo, este verano nuestro programa de literatura se enfocó en enseñar a estructurar oraciones de manera efectiva a los alumnos de 9o. año. Ser ágil y flexible: Nuestro mundo siempre está en un estado de cambio, pero esto es particularmente cierto en esta situación de pandemia. Debemos estar conscientes de que tendremos que adaptarnos y cambiar constantemente lo que hacemos este año académico. Los contextos pueden cambiar en cualquier momento. Aunque inicialmente planeamos que las clases fueran en persona una vez por semana, rápidamente nos dimos cuenta de que algunos estudiantes se beneficiarían de un apoyo adicional en persona. Como resultado, reconfiguramos nuestros recursos humanos para abordar esta necesidad. También sabemos que es posible que tengamos que volver a un enfoque totalmente virtual si hay un brote en nuestra comunidad. Debemos transmitir continuamente la necesidad de ser ágiles y flexibles para garantizar que podamos ofrecer la mejor experiencia educativa posible a nuestra comunidad de la manera más segura. Sincerely, Michael Odiotti Principal of Cristo Rey St. Martin College Prep.