Por Oscar Zepeda
En el largo peregrinar de un reportero la principal función es ayudar al próximo, al más necesitado, a aquel que es víctima de algún tipo de abuso y poco a poco te vas dando cuenta que realizas un trabajo muy similar o igual al de una persona que es voluntaria.
Pero ser voluntario, mis queridos tres o cuatro lectores, es una función que es parte de esta cultura norteamericana, en los formularios laborales es común ver esa pequeña parte de si eres o has sido voluntario en alguna organización, lo cual, a final de cuentas, se supone que es para tener personas con mayor calidad humana, excelentes para el rendimiento laboral de confianza.
Pero ya descubrió ese sentimiento, ya sabe lo que se siente al ser voluntario, probablemente ya lo es, tal vez aun no, pero va más allá de echarle la mano a alguien, y lo confirmé en una clase de música de una de mis hijas.
Había un desorden con unas sillas y atriles (palabra rimbombante que significa un mueble) es aquello donde ponen las hojas con las notas musicales para que los niños puedan tocar el instrumento y estar leyendo las partituras.
Bueno, el caso es que vi como llegaban los niños con sus instrumentos y muchos papás sólo se sentaban a ver su Facebook, mandar mensajes y a esperar a que pasara el tiempo para irse a su casa, en fin, en sábado con seguridad planeando una carnita asada.
Al verlos batallar, miré a mi alrededor y me puse de pie a acomodar las sillas y los atriles, y cosa rara, empecé a sentirme útil, sabía que no iba a recibir nada a cambio, ni un “gracias”, pero mi gratificación fue al ver que los estudiantes acomodaban con facilidad sus instrumentos y notas, al tiempo que se alistaban para ser guiados por el maestro.
Ese sentimiento de servir para algo es lo que hace la diferencia entre ser voluntario, o sea, tener voluntad, y alguien que lo hace porque no tiene de otra, como aquel que le pide permiso a un pie para mover el otro.
En nuestros países, lo he visto en México, no sé si ocurra lo mismo en Honduras, El Salvador, Guatemala, Colombia, etcétera, etcétera, pero suele suceder que el que se ofrece de voluntario es criticado, por aquellos a los que no les gusta hacer nada, de barberos, o lo que es lo mismo, que buscan algo a cambio.
En la política se le conoce como buscar un “hueso”, un trabajo, dinero o una posición de llegar a ganar la elección.
Pero créanme que se siente bien ser voluntario y con gusto lo volveré a hacer en la situación en la que me encuentre y lo amerite, creo que fortalece el espíritu de las personas, aunque no estoy diciendo que me van a beatificar ni me van a salir alitas o una aureola, pero siempre hay una ocasión para desarrollar ese sentimiento.
Hasta la próxima y que tenga un excelente fin de semana.