Por Oscar Zepeda
El protocolo en cualquier acto oficial es importante, le da mayor relevancia al evento, lo hace lucir, hay respeto, hay un orden, pero sobre todo te da una idea de cuál es el comportamiento de un funcionario o representante de cierto organismo o nación.
Esta formalidad salió sobrando e hizo ver mal, pero muy mal, al presidente de Rusia, Bladimir Putin, en la entrega de las medallas y Copa del Mundo a Croacia y Francia, respectivamente, y se como dicen en mi pueblo: “Se me quemaban las habas por decirlo”.
Pues resulta que a la hora de entregar dichos reconocimientos y en pleno aguacero, la atención para que no se mojara el mandatario ruso fue inmediata e evidente, lo que lo hizo ver muy delicadito al estar a unos pasos de él, la guapa presidenta croata, Kolinda Grabar-Kitarović, quien visiblemente emocionada se olvidó de la torrencial lluvia para disfrutar el momento.
La primera dama se dio a la tarea deportiva de felicitar y abrazar a cada uno de los futbolistas, de ambos equipos, sin importarle que se le corriera el rímel (accesorio utilizado en el maquillaje femenino, en las pestañas para ser más exacto)
Mientras que los achichincles de Putin se esperaban por evitar que su mandatario, domador de tigres, cinta negra en artes marcianas y amante de los animales, se mojara, lo que a ojos del mundo lo hizo ver como un personaje de azúcar, mientras que la guapetona croata se mojó el peinado, camiseta de su equipo, se le corrió el maquillaje, porque tardaron mucho tiempo en traerles una sombrilla a todos los del estrado, y obviamente, puso en ridículo al macho ruso.
Cabe destacar que Kolinda (de cariño) viajó a Rusia en clase comercial, no cobró por los días que estuvo apoyando a su equipo, estuvo en las gradas con sus connacionales donde vivió la intensidad del futbol, situación que obligó a las autoridades de FIFA a llevarla al palco presidencial junto a los organizadores principales, y posteriormente, a ser parte del protocolo oficial de la entrega de la Copa del Mundo junto al presidente de FIFA, Gianni Infantino; de Rusia, Bladimir Putin, y de Francia, Emanuel Macron, a quien por cierto, felicitó con un gusto enorme, digno gesto de una verdadera deportista, porque ella ama al futbol y no se achicó.
Así es, mis queridos tres o cuatro lectores, la presidenta de Croacia le dio una lección deportiva a todos los encorbatados que se dieron cita para lucirse en la celebración oficial de la entrega de la Copa del Mundo, donde Francia lo gana por segunda ocasión en su historia al derrotar a Croacia 4-2.
Hasta la próxima y que tenga un excelente fin de semana.