Por Oscar Zepeda
Si no fue a misa de 12:30 horas el domingo pasado a la iglesia Inmaculada Concepción, de lo que se perdió, así es mis queridos tres o cuatro lectores, hubo lectura de cartilla para todos, jalón de orejas, coscorrón, en fin, el regaño fue parejo.
Se preguntará el por qué, obvio, sino para que estoy aporreando estas teclas, nomás para dejarlos con media noticia, pues no tiene sentido, resulta que me tocó ver un sacerdote que no había visto, inició la ceremonia como cualquier otra, siguiente el orden que marcan las normas de la iglesia católica.
Todo iba muy bien hasta que se llega la hora de la comunión, ese momento esperado de la misa en donde, como ya muchos deben de saber, es el momento de recibir el pan y sangre de cristo.
El padre durante la misa se mostró muy paciente, pese al niño mal educado que se la pasó corriendo sobre el altar, así es en plena misma, corriendo por todos lados como burro sin mecate, y sin que la madre le pusiera un alto con firmeza.
Es aquí donde se aplica la educación a los hijos, el respeto y el orden, en el lugar de muchos, creo que un buen jalón de orejas o un coscorrón a ver si no se aplaca el chamaco y se calma de una buena vez, pero en fin, cada quien educa a sus hijos como quiere o como puede.
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