Por Oscar Zepeda
Venía a pasar unos días en familia, con sus amigos y a disfrutar de las fechas vacacionales del día de Acción de Gracias, salía de un restaurante de ver un juego con un amigo cuando, de vuelta a casa, lo deja sin vida una bala en la espalda.
El disparo lo provocó una persona sin ningún escrúpulo y respeto por la vida del próximo, lo victimó tras disparar al menos en 10 ocasiones contra el auto de su amigo, quien, en lugar de llevarlo esa noche a casa, lo tuvo que llevar de emergencia a un hospital para ser atendido, pero sucumbió a la herida de muerte.
Tenía 22 años, estudiante, brillante deportista, con un carisma envidiable y con un futuro prometedor por delante, en fin, no tengo palabras para describir a este chico que lo vi dar sus primeros pasos y que siempre lo destacaba una sonrisa en su rostro.
Los disparos de un auto a otro ya son el pan del día en nuestra comunidad, lo vemos a todas horas y pareciera que viviéramos en un estado de guerra, la delincuencia no para.
Me pregunto, ¿estaremos educando a nuestros hijos de la mejor manera? O qué es lo que pasa cuando estos llegan a la adolescencia.
En qué estamos fallando como padres o como sociedad para que la juventud tenga ese corazón negro y llegue a niveles de no respetar la vida de los demás, de disparar sin el menor sentimiento y sin importar si harán daño a terceras personas.
Las armas están en las calles, los homicidios no paran, las drogas igual, las familias disfuncionales abundan cada día y el descuido de los hijos ya no importa para muchos.
Las escuelas no son guarderías, no son responsables de la educación familiar, esa que debemos dar en casa para que sean buenos estudiantes.
El eslabón de la vida no engrana, no brega, no funciona como debiera, algo está pasando, no deje a sus hijos solos por mucho tiempo, en ocasiones trabajar dos turnos no es lo que hace falta para tener una buena familia, ni darles todo porque nosotros no lo tuvimos.
Y la pregunta obligada, ¿sabe si usted está creando un monstruo? Si su hijo (a) está involucrado en drogas o las consume, tal vez las venda, tal vez sea parte de una pandilla o quizá está obligado a ser parte de ella y no sabe cómo salir.
Hay que platicar con ellos, y darles minutos de calidad para escucharlos y ver cómo actúan, evitemos más delincuentes en la calle, seamos parte del cambio.
Y, por otra parte, les deseo feliz Thanksgiving, y que tengan un excelente fin de semana.