Por Oscar Zepeda
¿Qué lleva a un individuo a arrebatarles la vida a otra u otras personas? No lo sé, sin duda, nunca lo voy a saber y nunca lo voy a comprender. Lo ocurrido el lunes en Highland Park me dejó en shock, aún lo pienso y recuerdo esos juguetes abandonados sobre la calle. Estuve ahí apenas unas horas después de la masacre para reportar sobre el tiroteo, todo era un remolino de policías portando armas de alto calibre, en camiones que solo he visto en películas de Bruce Willis.
Y en el lugar de los lamentables hechos el ambiente era tenso, fantasmal, se sentía algo muy malo en el ambiente, sillas por doquier, juguetes de peluche, cascos para montar bicicletas y bicicletas abandonadas.
A simple vista era una fotografía incomprensible, y en la banqueta una mujer lloraba al mismo tiempo que me veía tomar fotos, como queriendo decirme algo, sus ojos lagrimosos me decían que no lo podía creer, que no entendía qué había ocurrido y que sentía mucho dolor.
6 personas fueron prácticamente acribilladas a tiros por arma de alto calibre y decenas más resultaron heridas, fueron transportadas a hospitales cercanos para ser atendidos de acuerdo a la gravedad de los impactos de bala recibidos.
Como reportero, me ha tocado ver todo tipo de tragedias y sangre, pero en Highland Park no vi el color rojo, no fue necesario para llevarme el impacto más desagradable que he experimentado a la fecha.
El solo hecho de imaginar que había niños en el lugar y que pudieron ser víctimas de las horribles balas, ver sus juguetes en la banqueta, fueron suficientes para sentir ansiedad, impotencia, dolor, coraje, tristeza, y la piel eriza, pues también soy padre.
No quiero estar en los zapatos de las familias de las víctimas, es un sentimiento de dolor que tal vez muchos ya conocemos, perder a un ser querido durante un evento para disfrutar y ser feliz, es simplemente, terrible.
El presunto responsable, quien hasta se disfrazó de mujer para evadir la justicia, ya fue detenido, no opuso resistencia, está tras las rejas y en espera de recibir cargos, tal vez jamás volverá a salir de prisión, se destruyó también la vida a sus 22 años.
Fue capturado, sí, pero esto no le devolverá la vida a las personas que ya no están con nosotros, mucho menos sanará ese sentimiento de las familias y amigos afectados.
Nuestras condolencias a los afectados, y muy sinceras, y tal vez sólo el tiempo pueda algún día mitigar el dolor que sienten, tal vez ni con el tiempo lo consigan, es entendible.
El responsable, de serlo considerado así por las evidencias y la justicia, ya tendrá tiempo de sobra para asimilar el inmenso daño que hizo, si es que los mismos internos se lo permiten, porque dudo que den mucho tiempo ahí adentro para pensarlo.
Hasta la próxima y que tengan un excelente fin de semana.