Por Oscar Zepeda
Cuando pensábamos que con la llegada del programa de la lucha contra la violencia armada, viendo a todas las autoridades habidas y por haber involucradas y con todas la pilas puestas para combatir a tanto criminal que anda suelto en las calles, armados y sin el más mínimo conocimiento del significado de la vida y el respeto a los demás.
Cuando todo esto pasada y alentaba a la comunidad al inicio de una mejor vida para nuestros niños en las calles, con una esperanza de que las cosas cambiarían, nos llega la horrorizante noticia de tres niños asesinados en Round Lake Beach.
La verdad por más que lo pienso y le doy vueltas al asunto, no alcanzo a comprender qué lleva a un ser humano al grado de asesinar a niños indefensos, estas pobres criaturas que voy a mencionar sus nombres y edades: Bryant Anthony Karels de 5, Cassidy Rose Karels de 4 y Gideon Locke Karels de 2 años.
Son niños que vivía entre nosotros y que apenas iniciaban una vida.
Este escalofriante caso me corta la respiración por momentos, y no quiero estar en los zapatos de la pobre madre que ha de estar muerta en vida al saber que sus pequeños ya no rondarán la casa con sus gritos, risas y travesuras por la casa
Tampoco podrán ir a la escuela y tener amigos, no, no lo podrán hacer porque ya les arrebataron la vida, y no fue porque hayan roto algo dentro de la casa en sus juegos de niños, y no lo quiero saber.
Al parecer, todo apunta al padre de los pequeñitos quien cometió este indescriptible crimen; qué lo orilló a esto, ni él mismo lo sabrá, nunca, y no estoy en su lugar para dar una explicación, no creo que la haya.
Y cuál es el mensaje, qué nos toca hacer como sociedad, como padres de familia, como vecinos, como humanos, qué nos deja esta horrible experiencia, en mi caso y mi humilde recomendación es que nunca dejemos de platicar con nuestros hijos y que aprendamos a reconocer las señales de auxilio que nos mandan.
Esas señales solemos no hacerles caso para no entrar en discusiones con ellos, pero muchas veces, no saben cómo decirlas o nos tienen miedo y no sienten la confianza para confesarnos eso que les causa conflicto.
Es tiempo, ahora, para dedicarles esos 20 minutos de calidad que nuestros hijos necesitan para seguir en el curso correcto de la vida, y la pregunta obligada, ¿ya se los dio?
¿Armas, drogas, abuso, bullying, qué tenemos en casa que no sabemos?
Hasta la próxima y que tengan un excelente fin de semana.