Por Oscar Zepeda Mis queridos tres o cuatro lectores, hoy no hablaré ni de política, ni de educación, ni policiaca, ni de virus, ni de otro tema que no sea de salud personal. Iré al grano, como dice el dicho: “Pa’luego es tarde”, los pantalones ya no me están cerrando, es impresionante, y finalmente tuve que aceptar que no se trataba de la lavada, de que se encogieran con el agua fría y que por eso no abrochara el botón y cierre del pantalón. El encierro y el frío me han encaminado rumbo al refri, a ver más la tele, que por cierto hay series muy buenas que tengo pendientes por ver, pero no es momento del tema de entretenimiento. Sin duda, le pasa lo mismo que a mí, la báscula no miente, ¿verdad? Así es, y resulta inevitable no almorzar, no comer, no merendar y no cenar lo que uno quiera, al fin y al cabo, es para calmar estrés, ansiedad y pues para ver la serie más cómodo. Y después de haberles confesado mi pecado de la cuarentena, ya toqué fondo, y me he propuesto a partir del pasado lunes 4 de mayo a bajar la panza en 30 días con una mejor alimentación, quién se apunta, para que no se sienta tan solito. Y no tengo una dieta fenomenal dictada por un especialista, no, para nada, la hago con un poco de sentido común y ahí les va. Ya le bajé a las tortillas, arroz, pastas, cerveza, carnes rojas, y dije: “le bajé, no eliminé”, sino me vuelvo loco. Y esa disminución de carbohidratos, los reemplacé por un poco de verduras, frutas, cereales y agua, y algo que creo es pieza clave, estoy tomando unas vitaminas que me recomendaron (si alguien quiere saber le paso el dato con gusto) que me dan la energía necesaria para tener un día sin pensar mucho en la canasta de las tortillas. Y no soy experto en temas de salud alimenticia, pero cuando vemos que saldrá más caro comprar ropa nueva que comer lo que no consumimos en casa y que muchas veces se echa a perder, mejor optamos por sacrificar los gustitos y que cierre el pantalón sin problemas. Porque eso de dejar la canita asada, las tortillas con queso, salsa, guacamole, chicharrones, papas fritas, carnitas, barbacoa, tacos dorados, enchiladas, flautas, pozole, menudo, y todos los antojitos a los que estamos acostumbrados, más ahora que ya empieza a mejorar el clima, pues en verdad que resulta muy difícil. Ahora, cada vez que ya es hora de los sagrados alimentos, respiro profundo, y veo que es lo que tenemos en el refri para seguirle con la terapia, al fin no es complicado, se requiere un poco de fuerza de voluntad y tocarse la barriga antes de comer. Pero ya empecé, quién se suma, quién dijo yo, ya sé, lo pensó. Ya llevo dos días (hasta el martes 5 de mayo) así que está muy a tiempo de bajar junto conmigo, mientras no sea a las rodillas, la panza en 30 días. El 30 de mayo les voy a decir si el pantalón dejó de encogerse con la lavada, y si el suyo también, me deja saber, será un logro formidable para todos. Hasta la próxima y que tenga un excelente fin de semana.