Por Karina González Ulloa
Esta es una pregunta cuya respuesta se divide -a grosso modo- en dos opiniones: sí y no. Mientras que para algunos es el fin de su vida en la Tierra, para otros está apenas está empezando, algo que una festividad como el Día de Muertos logra enmarcar muy bien, una fiesta que se extiende a lo largo y ancho de México.
¿Por qué celebran a la muerte en México?
Aunque para muchos esta idea puede sonar tétrica simplemente de solo pensarlo, lo cierto es que en este país tiene una energía que se carga de distintos colores. De acuerdo al Diccionario de Símbolos de Jean Chevalier, ‘La muerte tiene en efecto, varias significaciones. Liberadora de las penas y las preocupaciones, no es un fin en sí́ misma; abre el acceso al reino del espíritu, a la vida verdadera: mors janua vitae (la muerte puerta de la vida). En sentido esotérico, simboliza el cambio profundo que sufre el hombre por efecto de la iniciación. El profano debe morir para renacer a la vida superior que confiere la iniciación. Si no muere en su estado de imperfección, se le veda todo progreso iniciático’. La vida y la muerte vistas desde un punto cosmogónico son ciclos que marcan fines e inicios, por lo que no es de extrañar que en el caso de México este sea visto como una fiesta, pues no es un adiós, sino un ‘hasta luego’.
Es por eso que con gran devoción, poco antes de que acabe octubre, un gran número de hogares en México separan una mesa o un mueble pequeño para poner un altar de muertos que incluye fotos de aquellos que han traspasado el umbral de la muerte, y mostrándoles que tanto en sus hogares como en sus corazones continúan siendo recordados- algo que se extiende a los primeros días de noviembre-. Ponen el tradicional pan de muerto, dulces, papel picado de distintos colores, frutas, calaveritas de azúcar, agua -pues se sospecha que ha recorrido un largo camino-, flores -cempasúchil y otras en tonos púrpura conocida como moco de pavo o manta de candela-. De ser posible, agregan lo que más le gustaba a la persona en vida y claro, velas para alumbrar el camino; también están los toques finales: el ‘papel china’ que normalmente oscila entre los naranjas, morados y negros.
¿Cómo lo celebra México?
Las personas se preparan con semanas de anticipación para celebrar el día de muertos. Dependiendo del lugar en el que se encuentren, esto es algo que pueden celebrar en un panteón durante los primeros días de noviembre, a donde van a dejar flores, altares y visitan a los familiares cercanos, mientras que en otros lados, se crea un gran desfile, como el que ocurre en la CDMX.
Cada familia hace un pequeño (o gran) altar de muertos en su casa, reza un rosario o incluso acude a una misa en memoria de los difuntos. Otros solo prenden las velas, los recuerdan en silencio y esperan a que caiga la noche para que las personas que han fallecido los visiten.
Una de las tradiciones que llega a los hogares mexicanos, así como a los panteones, son las calaveritas inspiradas en la catrina: una figura cargada de historias que se extienden desde la cultura mixteca hasta a un mural de Diego Rivera (llamada Tarde dominical en la alameda central) y que hoy por hoy, es uno de los dulces y disfraces más populares entre chicos y grandes.
En el caso de la capital mexicana, las calles principales se llenan de gozo y disfraces de miles y miles de personas que forman parte del desfile de ‘las catrinas’ o que buscan verlo. El Paseo de la Reforma de llena de flores amarillas que maravillan a todos los visitantes únicamente durante esta época del año y que le rinde honor a los muertos.
Algo se siente distinto en el aire: no es la nostalgia por los que se han ido, sino la alegría de revivir algunos de los mejores recuerdos al lado de ellos a través de altares, música folclórica y rituales… tal vez una de estas memorias tenga que ver con vivir al lado de ellos una fecha como esta, así como el contento de seguir con esta bella tradición, que es uno de los componentes más importantes de la cultura mexicana.