Por Oscar Zepeda
Se nos viene por fin el calor y muchos andamos como gallinas con gorupos, asoleados, buscando una sombra donde refugiarnos o una alberca para pasar un buen rato con la familia.
Y con ello vienen, si no estamos alertas, los descuidos y las tragedias cuando los niños por alguna razón caen al agua, no saben nadar y la supervisión es olvidada, y párele de contar.
Me llamó mucho la atención la proclamación que hizo el gobernador del estado JB Pritzker hace unos días, considerando a mayo como el Mes de la Prevención de los Ahogamientos Infantiles en Illinois, recordando a los padres la importancia de supervisar constantemente a los niños cuando están en el agua o cerca de ella para evitar la tragedia de muertes accidentales por ahogamiento.
En 2022, 15 niños de Illinois perdieron la vida por ahogamiento accidental: nueve en piscinas, dos en bañeras, dos en estanques, uno en un arroyo y uno en un lago. Siete de los niños que se ahogaron en las piscinas tenían 5 años o menos.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el ahogamiento es la principal causa de muerte no intencional en niños de 1 a 4 años y la segunda causa principal de muerte no intencional en niños de 1 a 14 años. Por cada niño que muere ahogado, otros ocho reciben atención en el departamento de emergencias por ahogamiento no fatal.
“Hay pasos simples que los padres y cuidadores pueden tomar para prevenir tragedias relacionadas con el agua, como asegurarse de que las puertas de la piscina estén cerradas, enseñar a los niños a nadar y nunca dejar a un niño pequeño solo en la bañera, incluso si están en un asiento de baño”, dijo. Director del Departamento de Servicios para Niños y Familias de Illinois, Marc D. Smith. “Lo más importante que hay que recordar es observar siempre activamente a los niños cada vez que estén en el agua o cerca de ella, ya que un niño puede ahogarse en tan solo una pulgada de agua”.
Lo que he experimentado es que no todos los niños saben nadar, recuerdo que mi padre nos aventaba al río para aprender a nadar desde los tres o cuatro años, y era de iniciar nadando de perrito, tragando agua y aprender a nadar por uno mismo.
Otros tiempos, claro, y no todos tuvimos en placer de crecer cerca de un río, situación que aquí es muy distinta, pasamos la mitad del año encerrados por el frío y aunque hay albercas públicas, en esos seis meses no se apetece ir a nadar, aunque sea sumamente importante.
A cuidarse, estar alerta, abrir los ojos, y si es posible entre con sus niños a las albercas para asegurarse de una diversión completa y segura.
Hasta la próxima y que tenga un excelente fin de semana.